Las expresiones educación inclusiva o inclusión educativa hacen referencia a una serie de prácticas que ponen en relación el ámbito educativo y los alumnos o colectivos en riesgo de exclusión. Por la evolución en la manera de entender y atender a estos colectivos, en nuestro caso al colectivo de personas con trastorno del espectro del autismo, son términos que cada vez se utilizan con mayor frecuencia y cada vez encontramos más prácticas que aluden a ello, sin embargo es conveniente tener claros algunos conceptos, para poder aproximarnos a una idea de todo lo conseguido y todo lo que queda por hacer.
Mírame cuenta con un Servicio de apoyo a La Educación Inclusiva en el que se acompaña y asiste a los alumnos con TEA en el ámbito escolar, para asegurar que su derecho a la inclusión educativa sea una realidad.
ALGUNAS IDEAS PREVIAS A LA DEFINICIÓN
Antes de definir que es la educación inclusiva, es conveniente enmarcarla como un derecho, como un proceso y como un dilema.
Como un derecho porque está reconocida coma tal en La Convención Internacional de Naciones Unidas sobre los Derechos de Personas con Discapacidad, que España firmó en el año 2007.
Como un proceso porque es algo que continuamente se está haciendo, en el momento histórico en el que estamos no es algo que hayamos alcanzado, aun con todos los avances que se han producido en los últimos años, nos encontramos camino de ello.
Y como un dilema porque no hay una receta única ni definitiva, y las respuestas a la situación de nuestro alumnado con TEA (y a cualquier colectivo en riesgo de exclusión) suponen abordar el “dilema de las diferencias”: ¿Cómo podemos dar respuestas personalizadas a las necesidades de los alumnos, a través de un sistema educativo que tiene un grado de personalización limitado?
UNA POSIBLE DEFINICIÓN DE EDUCACIÓN INCLUSIVA
Según la definición de la UNESCO (2008). La Educación Inclusiva. El camino hacia el futuro:
“puede ser concebida como un proceso que permite abordar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los educandos a través de una mayor participación en el aprendizaje, las actividades culturales y comunitarias y reducir la exclusión dentro y fuera del sistema educativo.[…] La educación inclusiva, más que un tema marginal que trata sobre cómo integrar a ciertos estudiantes a la enseñanza convencional, representa un enfoque que examina cómo transformar los sistemas educativos y otros entornos de aprendizaje, con el fin de responder a la diversidad de los estudiantes.”
Es decir, que lo que se pretende con esta modalidad y en el colectivo que nos ocupa, es que los alumnos aprendan juntos independientemente de sus estilos de procesamiento cognitivo, habilidades y necesidades de apoyo.
COMPONENTES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN INCLUSIVA
De la definición de la Unesco, es interesante destacar que la educación inclusiva busca la presencia, participación y éxito de los estudiantes. Esas tres palabras se convierten también en condiciones necesarias para ese proceso inclusivo, y su examen nos da pistas de cómo podemos estar haciendo las cosas en cada caso.
Para que haya inclusión es necesario la presencia del alumno en el contexto educativo, que estén allí (muchos ya están), pero eso no es suficiente, si solo están presentes pero no participan ni aprenden, solamente están: eso no es inclusión.
También es necesario que participen de las mismas actividades que sus compañeros (con las adaptaciones necesarias). Por actividades nos referimos no solamente a las curriculares, también las de carácter social y comunitario: pero que estén presentes y participen, tampoco garantiza la inclusión.
Además de todo ello es necesario que tengan éxito, es decir que realicen los aprendizajes que se habían programado para ellos (ajustados a sus necesidades y posibilidades) y que estos les ayuden a tener una vida mejor, como a cualquier alumno.
En la práctica, la educación inclusiva busca la supresión de las barreras para que todo esto se pueda dar.
DIFERENCIAS ENTRE INTEGRACIÓN E INCLUSIÓN
Y aquí surge otro matiz interesante: para la mejora de la inclusión, el acento se pone en las barreras que están en el contexto, no en la persona, porque en consonancia con la manera de entender la discapacidad actualmente, esta no es algo intrínseca a la persona, si no que surge en la interacción de las características de la persona (habilidades, estilo cognitivo, etc, etc) con el medio, y según lo accesible que sea ese medio, generará diferentes grados de discapacidad, es decir que hay contextos más y menos “discapacitantes”.
Así pues, para la mejora de la inclusión educativa la intervención se busca principalmente en el contexto, a diferencia de la integración, en la que se intentaba encajar a los alumnos con necesidades en un contexto educativo rígido y era al alumno al que había que modificar para que encajase en el, a base de dotarle de habilidades, recursos, etc. En la inclusión, el contexto tiene que ser lo suficientemente acogedor y flexible como para poder recibir y dar respuesta a toda esa diversidad.
EDUCACIÓN INCLUSIVA EN LA PRÁCTICA
¿En que se traduce todo esto en la práctica? Vamos a hacer un repaso breve por diferentes niveles, desde el más inmediato al más general y que factores pueden facilitar la inclusión en cada uno de ellos.
Para comenzar, el entorno (entendemos por entorno todo lo que no es el alumno: el espacio físico, las actividades, el ritmo de estas, el mundo social del centro educativo…) tiene que ser accesible para el alumno con Tea, hay infinidad de herramientas que ayudan a ello, en el mundo del autismo no son exclusivas del ámbito educativo y no es el objetivo de este artículo hacer una exposición de ellas, pero por mencionar algunas de ellas son útiles la estructuración física del aula, las agendas, los anticipadores de actividades, las historias sociales, la adaptación de tareas y pruebas de evaluación con apoyos visuales, la sensibilización al medio social, la intervención en los patios, etc, etc.
Estas herramientas no son suficientes por si solas, tiene que haber personas que las conozcan y manejen, y aquí entra todo el equipo docente. Estas herramientas no son solo medios para que el alumno con TEA acceda a su medio, si no que también lo son para que el medio (los docentes o el resto del alumnado) accedan al alumno. Al fin y al cabo son canales de comunicación, y ya hemos visto que en la inclusión siempre hay una relación dialéctica entre el alumno y su entorno. Además del conocimiento técnico, los docentes necesitan de cuatro valores que suman en todo esto: es necesario que valoren la diversidad como una oportunidad y no solo como una dificultad, que tengan expectativas altas hacia todo el alumnado (que no enfoquen su atención solo en las dificultades), que trabajen en equipo (las necesidades de cualquier alumno son lo bastante complejas como para que no puedan ser abarcadas por una sola persona, necesitan de un equipo), y que tengan un enfoque activo en su desarrollo profesional: si la inclusión es un proceso, los agentes de ese proceso están también en un proceso constante, la soluciones dadas a este dilema en el pasado no valen en la actualidad, y las dadas en la actualidad no valdrán en el futuro.
El siguiente nivel es el centro educativo. La inclusión no solo es responsabilidad de las iniciativas particulares de los profesionales encargados de ello: los centros deben hacer para ello una apuesta activa y explícita para la inclusión, será el mejor caldo de cultivo para que los talentos de sus profesionales puedan manifestarse.
Los márgenes en los que se pueden mover los centros educativos vienen marcados por un sistema educativo, que por un lado promueve y reconoce la inclusión, pero por otro pone trabas a ese proceso, principalmente por la rigidez del sistema y sobre todo por la falta de medios técnicos y humanos, que innegablemente dificulta la puesta en marcha de lo expuesto anteriormente.
El último de los niveles es el sistema social dentro del cual se enmarca el educativo, que también de una manera más indirecta, influye sobre esto. ¿Qué expectativas tiene la sociedad hacia los alumnos con Tea? ¿Cómo nos los imaginamos dentro de 20 años cuando salgan del sistema educativo?
LA EDUCACIÓN INCLUSIVA EN EL MOMENTO ACTUAL
En este momento está pendiente la aplicación de una ley educativa que promueve la inclusión en centros ordinarios de gran parte del alumnado con necesidades educativas especiales, alrededor de la cual se ha generado cierta polémica. Por un lado, una de las cuestiones de fondo es si el entorno educativo que pretende ser inclusivo, está preparado para acoger y apoyar a alumnos con más necesidades de apoyo. Lograr la presencia de los alumnos es fácil, sumarle a ello la participación, el éxito y que en definitiva el alumno se sienta competente y valorado por ese entorno, no es tanto. Por otro lado, quizá podamos entender la inclusión como algo gradual, que se ajuste a las necesidades de la persona y la realidad del entorno, como un destino al que llegar con las mejores prácticas y no como un punto de partida. El espectro del autismo es muy amplio, y las necesidades y manera de dar respuesta a esas necesidades pueden ser muy variadas.
Porque la inclusión educativa es un tema muy importante, mucho, pero siempre tiene que ser un medio para algo aun más importante, que es la mejora de la calidad de vida y el bienestar de los alumnos.
BIBLIOGRAFÍA
Echeita Sarrionandía, G., & Ainscow, M. (2011). La educación inclusiva como derecho. Marco de referencia y pautas de acción para el desarrollo de una revolución pendiente. Tejuelo, (12), 26-46.
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Escuela Inclusiva. Unete al reto. FEVAS Plena Inclusión Euskadi (2018)
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Echeita, Gerardo. Fernández-Blazquez, Mari Luz. Simón, Cecilia. (2019). Termómetro para la valoración de la educación inclusiva en un centro escolar. Plena Inclusion.
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